domingo, 6 de marzo de 2011

PROGRAMA DE FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN Dra. María Carmona G.

JUSTIFICACIÓN Y PRESENTACIÓN

     La educación debe entenderse como una acción eminentemente humana, que establece y produce vínculos humanos, que se lleva a cabo en la cotidianeidad de nuestras vidas y que presenta una potencialidad transformadora de la vida social. El saber filosófico, en tanto modo de pensamiento lógico-reflexivo que no admite dogmatismos hace posible examinar las razones que justifican y han justificado las prácticas educativas en diferentes modalidades y contextos, y permite comprender que las opciones ideológicas y epistemológicas conllevan un posicionamiento ético-político. (ver Altarejos, 2000)

     La filosofía de la educación como parte del campo de la filosofía práctica interpela fundamentos y legitimaciones desde el interior mismo de la práctica social de educar develando los supuestos y las consecuencias de las intervenciones pedagógicas y el modo en que afectan la vida personal y social, lo que exige responsabilidad por los otros y para consigo mismo. Tarea ésta  imperiosa en el presente y que requiere repensar las relaciones entre filosofía y educación y, sobretodo, el papel de la filosofía en la educación del presente y del futuro. (ver Moore, 1987)

    La humanidad se enfrenta hoy a problemas de connotada complejidad generados por el llamado proceso “civilizatorio”, propio  de la racionalidad moderna y cuya solución es de gran trascendencia para el presente y las venideras  generaciones.  Estamos atravesando una profunda crisis que afecta al conjunto de las sociedades actuales. Las numerosas crisis de orden económico, social, educativo,  político, ambiental, ideológico interactuando unas sobre otras, han dado lugar a una crisis  global del sistema mundial surgido tras la segunda guerra mundial y, por tanto, de la sociedad occidental.

     La educación ha venido  mostrando las mismas contradicciones de la Modernidad, bajo el predominio avasallante de la racionalidad instrumental como fuente  de comprensión de lo  social y humano y, por lo tanto, de lo educativo. La crisis actual  de la educación se define como una crisis fundamentalmente humana debido a la presencia de una cultura instrumentalista y deshumanizante,  donde  la dimensión humana queda subordinada a los criterios de la productividad y eficiencia por la imposición de la razón tecnológica, la tecnificación de los saberes humanistas y el imperio del máximo criterio de la eficacia y rentabilidad. El paradigma de la racionalidad instrumental conlleva la imposición de  un modelo  tecnocrático  de educación basado en los principios de la filosofía empirista y positivista que hace extensiva a las ciencias humanas la metodología de las ciencias naturales con sus postulados de objetividad, neutralidad y la supremacía de la razón instrumental frente a lo valorativo. 

     El reto fundamental de la educación del presente es la superación del modelo  tecnocrático  basado en los principios de la filosofía empirista y positivista que hace extensiva a las ciencias humanas la metodología de las ciencias naturales con sus postulados de objetividad, neutralidad y la supremacía de la razón instrumental frente a lo valorativo. Desde esta perspectiva, la crisis de la educación es una crisis fundamentalmente humana, pues conlleva un proceso paulatino de deshumanización. Frente a esta situación se impone la reflexión sobre una concepción humanista de la educción y del hombre. En consecuencia las nuevas propuestas de una educación humanizadora no pueden sino fundamentarse en el enfoque de la complejidad que define la epistemología postmoderna con su rechazo a una concepción especular del conocimiento (concepción pasiva del sujeto) y aceptan el dialéctico que considera el conocimiento como el resultado de una interacción, de un diálogo entre el sujeto y el objeto.

      Dentro de este contexto es preciso reflexionar sobre la educación y el lugar que ocupa en la sociedad actual, el lugar que ocupa la filosofía en el sistema educativo y en el conjunto de  la sociedad y el papel del diálogo en la filosofía y, por tanto, en  la educación y en la sociedad.  En el ámbito de la educación en niños y adolescentes, la enseñanza de la filosofía debe estar fundamentalmente orientada a proporcionar al alumno los instrumentos necesarios para que doten de sentido a sus propias vidas.  Debemos preguntarnos por el interés que pueda tener la filosofía para los niños y jóvenes hoy,  por lo que puede o debe enseñarles un profesor de filosofía; en definitiva, por el papel de la filosofía en la educación.  Sin duda que es urgente en estos momentos desarrollar un amplio trabajo de investigación educativa centrado en la enseñanza de la filosofía, partiendo de un marco teórico sólido y riguroso, definir con precisión qué dimensiones desarrolla efectivamente la enseñanza de la filosofía, precisar cómo pueden ser observadas esas dimensiones en el aula, seleccionar los instrumentos que hagan posible medir el progreso en esas dimensiones, y  diseñar las prácticas pedagógicas que ayuden a desarrollar esas dimensiones.

De igual manera, la enseñanza de la filosofía debe potenciar en el alumno la capacidad de crítica y cuestionamiento de los saberes recibidos, así como la posibilidad de integración de todos esos saberes parciales en un sistema global, en permanente proceso de construcción y reconstrucción.  Estas características recogen el planteamiento del Programa de Filosofía para Niños de Mathew Lipman y coinciden en lo esencial con otras propuestas actuales sobre la pedagogía crítica. El gran mérito de este  Programa   (Filosofía en el Aula) es  destruir el tópico de que los niños son incapaces de filosofar porque  se necesita un alto nivel de abstracción que llegaría más adelante.  También entender la clase como una comunidad de investigación, que la búsqueda  de la verdad se debe hacer cooperativamente en la comunidad escolar. Y ayudar a filosofar narrativamente, planteando preguntas y buscando las respuestas, a través de las Novelas que integran el Programa.

    En la actualidad se llevan a cabo interesantes reflexiones tendientes a redimensionar y fortalecer el  papel y la formación del docente en este contexto de crisis de la educación y en la perspectiva de una educación  humanizadora, frente a la racionalidad tecnocrática e instrumental. En contraposición al modelo racionalista instrumental en el que se apoya el enfoque  educativo tradicional, diversas  corrientes pedagógicas confieren  prioridad a la formación docente, apuntando a redimensionar su  papel  y  enfatizando la importancia de la innovación y de una práctica reflexiva en su formación. De allí que interesantes perspectivas se presentan, a partir de la crítica a la razón instrumental,  solicitando la puesta en práctica de otros códigos de significación que restituyan la reflexión y la acción en el campo de la educación. Frente al predominio del conductivismo se han generado nuevos paradigmas como el cognoscitivismo y el constructivismo que rescatan el papel activo del alumno y del docente.

1 comentario: